Mes de la mujer en CODAJIC
Dra. Susana Grunbaum
El 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer y, durante todo el mes, se celebra la lucha de las mujeres por sus derechos.
En el año 2016, el Dr. Babatunde Osotimehin expresaba con inteligencia y sensibilidad que “cuando una niña no desarrolla su potencial todos salimos perdiendo”[1]
Asimismo, enfatizaba sobre las diferencias contextuales que pueden devenir en las diferencias de desarrollo en las niñas, sosteniendo que
“En algunas partes del mundo una niña de 10 años – en el umbral de la adolescencia – ve ante ella un horizonte de infinitas posibilidades y comienza a tomar decisiones que influirán en su educación y más adelante en su trabajo y su vida. Sin embargo, en otras, las perspectivas de una niña de esa edad son limitadas. Al llegar a la pubertad, una poderosa combinación de familiares, personas influyentes de su comunidad, normas sociales y culturales, instituciones y leyes discriminatorias se interponen en su camino.”
Teniendo esto en cuenta, distintas definiciones de políticas de salud orientadas hacia adolescentes establecen que el comienzo de la adolescencia se produce a los 10 años. Sin embargo, cuando las políticas se ponen en práctica no siempre se tiene en cuenta esta definición y son pocas las veces en que se instrumentan acciones dirigidas específicamente a las niñas de esa edad.
Muchas personas pondrán en duda si las niñas de diez años pueden considerarse adolescentes. En ese sentido, la menarca señala un antes y un después para las niñas. Estos cambios no son solamente en relación al aspecto biológico, sino sobre todo al significado que tanto la familia, la cultura y la sociedad le otorgan a este proceso. Por esta razón, entre otras, responder si una mujer de diez años puede considerarse adolescente no es sencillo. Además, esta generalización se complejiza si se tienen en cuenta las características singulares de cada niña-adolescente, de su entorno familiar, de ambientes y contextos en que estas se van desarrollando, construyendo sus deseos y proyectos. Estos últimos aspectos tienen tal relevancia, que se los denomina determinantes de la salud. La construcción social y subjetividad de cada persona incluye en ese proceso al vínculo, al apego y la mirada de los otros, para desarrollar su identidad y sexualidad.
Un ejemplo de la práctica profesional es el caso de Nina y Alma. Ellas tienen diez años y viven en familias con sus necesidades básicas satisfechas, concurren a colegio privado y expresan “no somos adolescentes”. Dicen que no les gusta compartir actividades con los varones y están más preocupadas por la relación con sus padres. Sienten angustia si ellos no llegan a la hora esperada, piensan que les puede haber sucedido algo, es decir, temen la separación de sus padres, así como a la autonomía, que se acerca y se anhela. Están haciendo un plan para salir con amigas el próximo fin de semana.
Otro caso es el de Olga, también de 10 años, consulta en el hospital porque desde pequeña ha sentido rechazo por su cuerpo femenino. Sufrió una crisis de angustia muy importante con sus primeras menstruaciones y plantea varios desafíos referidos a su deseo de cambio de sexo. El equipo de salud se pregunta si tiene edad para decidir.
Por otro lado, Franca está en la maternidad del hospital público, tiene trece años y, entre sus brazos con cicatrices de cortes, acuna a su hijo recién nacido. Dice que son autolesiones. A los 11 años se fue de su casa, en la que vivía con su madre y padrastro, para vivir con el novio y su familia. No quiere relatar el motivo. Imaginamos una vida de sufrimientos, donde podría haber habido violencias, maltrato, abuso sexual. A veces no hay tiempo ni lugar ni palabras para decir y solo queda actuar. Es difícil abocarnos a su historia en el mismo instante en que necesita apoyo y comprensión para esta maternidad que, ya sea solo por la edad, violenta sus derechos como adolescente.
Hemos visto, con demasiada frecuencia, niñas cuyas circunstancias de vida se asocian con lo que hemos llamado hace años “síndrome de la niña de 10 años”. Las características que observamos son: a) expresión facial seria con mirada triste; b) niñas que en general cursan el 5to. año escolar con rendimiento académico alto; c) con trabajo en el hogar cuidando hermanos menores y limpiando la casa. Además, de la vida escolar, estas niñas no parecen tener otros espacios de realización, ni demasiadas posibilidades de encuentro con otros. Su valoración personal, sueños y deseos frecuentemente están bloqueados y frente a la típica pregunta “¿qué te gustaría hacer?” su primera reacción es de asombro y extrañeza.
Por estas razones y otras, es crucial pensar que más que construir un proyecto de vida, las adolescentes tienen que tener una vida con proyectos. Es decir, que un presente poblado de alternativas culturales, lúdicas deportivas, afectivas promuevan los intercambios y la participación con sus pares, que les permita tomar decisiones, argumentando y discutiendo para poder concretar pequeñas o grandes realizaciones.
El aislamiento, la soledad y la falta de apoyo que sufren muchas niñas, que además no conocen sus derechos, son factores de riesgo silenciosos que actúan en forma crónica y alteran el bienestar, el buen vivir, la salud psicoemocional y social.
Es un deber del mundo adulto que concentra, dirige y legitima las instituciones que ordenan la sociedad, así como específicamente de los Estados, no solo colocar en la agenda pública estas necesidades, sino también poner en marcha cambios en función del bienestar de las niñas y adolescentes que puedan disminuir la abrumadora brecha existente entre niñas de la misma edad que luego se sigue reproduciendo, retroalimentando y manifestando en el mundo adulto.
Por último, quisiera llamar la atención sobre las siguientes líneas estratégicas que fueron publicadas en el año 2016 en el “Estado de la población mundial” elaborado por UNFPA y que continúan vigentes.
10 MEDIDAS ESENCIALES PARA LAS NIÑAS de 10 años de edad
- 1 – Estipular la igualdad jurídica de las niñas, respaldada por una práctica jurídica sistemática.
- 2 – Prohibir todas las prácticas nocivas contra las niñas, y establecer la edad mínima para contraer matrimonio en 18 años.
- 3 – Facilitar una educación segura de gran calidad que defienda plenamente la igualdad entre los géneros en el plan de estudios, las normas docentes y las actividades extracurriculares.
- 4 – Al promover una atención sanitaria universal, establecer revisiones de la salud física y mental de todas las niñas de 10 años.
- 5 – Ofrecer una educación sexual integral universal al inicio de la pubertad.
- 6 – Centrarse de manera sistemática y rigurosa en la inclusión, actuando sobre todos los factores que fomentan la vulnerabilidad de las niñas y la posibilidad de que se las deje al margen.
- 7 –Supervisar y corregir las carencias en la inversión en las adolescentes jóvenes.
- 8 – Movilizar fondos nuevos dedicados a la salud mental, la protección y la reducción del trabajo no remunerado que limita las opciones de las niñas.
- 9 – Utilizar la revolución de datos de la Agenda 2030 para mejorar el seguimiento del progreso que atañe a las niñas, incluida la salud sexual y reproductiva.
- 10 – Lograr que las niñas, los niños y todas las personas a su alrededor participen en el cuestionamiento y el cambio de las normas de género discriminatorias.
[1] Estado de la población mundial 2016
Dr. Babatunde Osotimehin
Secretario General Adjunto de las Naciones Unidas y Director Ejecutivo de UNFPA